¿Cambiar el mundo?
Si el cerebro del ser humano desde el principio de los tiempos evolucionó de manera homogénea o idéntica en todas sus partes, ¿por qué el hombre ofrece sólo el resultado de los campos menos significativos? Excedidos en nuestra capacidad de asombro, por ejemplo, recibimos una videollamada desde París e interactuamos con esa persona apostada junto a la mismísima torre Eiffel, en tiempo real, desde la pantalla táctil de nuestro teléfono de bolsillo. Preparamos nutrientes en almuerzos, meriendas y cenas dentro de una caja de microondas que devuelve nuestros alimentos humeando en cuestión de minutos. Viajamos por los cielos cruzando océanos a velocidades que superan los 1.200 km p/h. Hasta fuimos capaces de adaptar especies vegetales, como el maíz, para que aflore en la atmósfera adversa de Marte, realizando, al mismo tiempo, el adiestramiento de hombres y mujeres para sobrevivir en ese planeta desconocido. ¿No parece una locura? Sin embargo es real. Pero existe una parte del mismo cere